lunes, 27 de septiembre de 2010

CONDUCIENDO

Salgo del portal de casa muy temprano. Las primeras gotas de escarcha caen de las vallas de los jardines.
A penas reparo en ellas, salto el charco de la entrada y doy dos pasos rápidos para coger ritmo al andar.

Me fijo en una rozadura de uno de los zapatos, esto me sirve para coger ritmo en la zancada. Oigo un silbido y alguien cruza, rápidamente, en carrera a mi lado. Camino precipitadamente unos cuantos metros hasta llegar a la puerta de mi coche.


Saco la llave del coche del  bolsillo de mi pantalón de ejecutivo. Mis manos enrojecidas ya dan muestras del intenso frío en esta mañana de invierno.
Abro el coche y entro dentro de él. Enciendo la calefacción, poco a poco se forma un vaho en todo el cristal delantero. Pongo el ventilador, al minuto se va aclarando la panorámica de mi vehículo.
Cuando puedo ver todo lo que hay delante, introduzco la llave y hago contacto. Meto la primera marcha y giro el volante hacia la izquierda para salir de mi aparcamiento en línea. Entro en el carril de la derecha y avanzo hasta el semáforo en rojo. Espero unos segundos, que se hacen de largos como si fuesen minutos.
Pongo la radio y empieza a sonar una canción...


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