viernes, 29 de octubre de 2010

LA INDIFERENCIA







Hoy me he despertado pronto. Ayer me acosté tarde y un poco destemplado. Salí a caminar por la playa producto del insomnio. Anduve durante largo tiempo. Las olas golpeaban suavemente mis piernas acariciando los dedos de los pies. El agua estaba fría, pero no me importaba. El viento corría lateral y golpeaba de manera constante mi cara. Mis mejillas poco a poco se iban curtiendo por el aire gélido.

Recorrí toda la playa en solitario. A mi paso sólo encontré algunas botellas tiradas de las fiestas de la noche anterior y un señor mayor durmiendo resguardado en la caseta de las toldillas. La playa no estaba a oscuras, la luna llena apenas iluminaba la arena y dejaba todo un reguero de luz plateada en el mar hasta el horizonte.

No me apetecía volver a casa. Hubiese estado toda la noche caminando. Sólo el cansancio y la humedad pudieron conmigo. Al final acabe volviendo a casa...a enfrentarme a la cama vacía, a la ausencia de ella.

Ésta es la canción que sonó en mi Mp3 durante toda mi andadura por la orilla del mar.



domingo, 10 de octubre de 2010

DAVID RICARDO, PRINCIPIOS DE ECONOMIA POLITICA Y TRIBUTACION







Economista británico de origen Judío, fue uno de los miembros más importantes de la escuela clásica de economía.

Partidario de una lógica rigurosa y objetiva, fue el precursor de la corriente Neoliberalista que creó Milton Friedman en la década de los 70 y de los análisis de Karl Marx acerca del capitalismo.

David Ricardo nació en 1772 y era hijo de un banquero judío que emigró de Holanda a Inglaterra, donde se convirtió al cuaquerismo al casarse con una mujer de religión anglicana.

A diferencia de su antecesor en la escuela clásica, Adan Smith, Ricardo no tiene como prioridad los factores que motivan el crecimiento de los países, sino todas aquellas causas que ahondan en la distribución de la renta.

Caída de los Beneficios y comercio exterior


En su obra; “Principios de la Economía Política y Tributación”, se mostró claramente preocupado por la tendencia inexorable a la baja de los beneficios que se producía en la Inglaterra de su tiempo, cuya única replica consistió en el desarrollo del comercio exterior.

A diferencia de Smith, partidario de aprovechar las ventajas absolutas que posee cada país en la producción de determinados bienes producto de la división del trabajo en busca de una mayor especialización y productividad de la mano de obra, Ricardo se mostró partidario de importar cereales más baratos desde el exterior que contuviesen la subida de los salarios, vía competencia en precios, y por lo tanto aumentaran los beneficios.

Estas ganancias producirían una mayor inversión y por lo tanto crecimiento económico.

Teoría del valor y del reparto de la renta


Partiendo de la base de que el Beneficio es la diferencia resultante entre el precio de venta de una mercancía y su precio de coste.

Reconociendo que el coste proviene de lo que se paga en salarios. Los beneficios, por lo tanto, están determinados por las fuerzas de la oferta y de la demanda, que determinan los precios de mercado, y los salarios que determinan los costes.

La teoría del valor/precio normal de una mercancía radicaba, según Ricardo, en la cantidad de trabajo que era necesaria para la producción de una mercancía y se establecía entre ellos una relación directa y proporcional que hace que el precio aumente a medida que aumenta la cantidad de trabajo empleada en cada unidad de bien producida.

Tampoco escapó a Ricardo todo el trabajo empleado en la maquinaria o herramientas usadas por los trabajadores en la producción del bien, lo que más tarde denominaría Marx como “trabajo muerto”.

En el precio no dejó de incluir los beneficios del Capital que es el segundo factor que interviene en la producción de una mercancía como planteó su precursor Adam Smith.


La determinación de la renta

David Ricardo describió, como hemos dicho anteriormente, el valor de intercambio de un bien como la cantidad de trabajo que es necesario para su producción.

A medida que se iban destinando nuevas tierras a cultivo, cada vez menos fértiles y de peor calidad, se necesitaba más trabajo para conseguir la misma producción o con el mismo trabajo se conseguía menos cosecha.

Este hecho tenía una clara consecuencia, aumentaba el precio de las mercancías cultivadas -como consecuencia de un mayor coste marginal, ya que el precio de toda la producción refleja el coste de producir la última unidad- y, por lo tanto, aumentaban los beneficios de los primeros productores y las rentas de la tierra.

Este fenómeno se veía favorecido por el aumento de la población y por lo tanto de la demanda de alimentos.

Este mismo hecho afectó a los salarios de los trabajadores, a pesar de que Ricardo era partidario de que el salario natural/justo de un trabajador es aquel que proporcionaba los medios necesarios para su subsistencia.

El salario de los trabajadores subía debido al empobrecimiento de las tierras de cultivo -necesidad de más horas de trabajo y más trabajadores para conseguir la misma producción- y del crecimiento de la demanda y por lo tanto de la demanda de alimentos.

David Ricardo era contrario, debido al escaso y residual margen para los beneficios, por lo tanto a las leyes de protección de los pobres y partidario, al igual que Thomas Malthus, de las leyes de control de la natalidad.

Agricultura e industria, freno y acelerador

Como conclusión a estas subidas de la rentas de la tierra y, a consecuencia de un mayor valor de los productos, de los salarios de los trabajadores; los beneficios del capital eran reducidos en proporción a su grado de movilización.

Esto tuvo una consecuencia natural, según Ricardo, que es la reducción del capital en el proceso productivo y el empobrecimiento progresivo de la economía y la limitación de sus posibilidades de crecimiento.

Los salarios reales de los trabajadores permanecían constantes, en el sentido del número de bienes que podían adquirir con ellos por lo tanto es el rentista de la tierra el que se erigió en un obstáculo al crecimiento de la industria y, por lo tanto, del progreso nacional.





sábado, 2 de octubre de 2010

EN LA VIDA PODEMOS HACER, PERO NO SIEMPRE DEBEMOS





Muchas veces a lo largo de nuestras vidas hemos escuchado el siguiente comentario:

"Fulanito no puedes suspender 8 asignaturas, ¿Cómo lo has hecho?" , mientras el niño atónito se queda mirando a su padre pensando: " pues, he suspendido 8 asignaturas papá"

No puede ser que haya tanta hambre en el mundo, que se produzcan tsunamis, terremotos...no puede ser que Mourinho no ponga a Canales, no puede ser que los banqueros de Lehman Brothers estén jugando al golf mientras se enteran de que acaban de ser despedidos por ocultación de fondos y poca transparencia en sus prácticas de ingeniería financiera. Tampoco puede ser que se forme una comisión para investigar el desastre del hundimiento de el petrolero Prestige y nadie conozca aún como se han depurado las responsabilidades sobre este hecho. No puede ser que el destino de Bin Laden sea un misterio ó que el conflicto entre Israel y Palestina siga vivo más de cincuenta años después, tampoco puede ser que existan los paraísos fiscales y que EE.UU. no haya cumplido con los requisitos del Protocolo de Kyoto en reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera...claro que puede SER, porque de hecho es.

Andy Warhol dijo, en una de sus míticas frases: "Todo el mundo tendríamos que tener la posibilidad de tener nuestros cinco minutos de gloria en la vida", eso fue lo que le pasó a Narcís Serra, vicepresidente del gobierno socialista de Felipe González desde 1991 hasta 1996, durante una de las sesiones parlamentarias sobre El Estado de la Nación.

Narcís Serra había estado ausente, siendo Vicepresidente del Gobierno, de El  Congreso de los Diputados más de un mes. Este hecho no tardó en hacerse relevante para la siempre dura y agresiva oposición de El Partido Popular, hasta el punto de que le estaban esperando a su vuelta como perros de presa.

Indudablemente, Narcís Serra tuvo dejación de responsabilidades en su función como alto cargo ejecutivo del Gobierno. El hecho en sí no tiene excusa ni justificación y es absolutamente reprobable. Eso sí, hay que tratar de hablar con propiedad y respetando escrupulosamente lo acaecido. Éste fue el golpe de genio de Narcis Serra, por otra parte necesario y efectivo en los debates e interlocuciones de El Congreso de Los Diputados, un combate entre gallos donde no siempre triunfa el que tiene la garra más afilada, a veces se impone el revés sutil.

El caso es que a Narcis Serra, uno de los miembros de la oposición de El Partido Popular, no recuerdo muy bien quién fue, quizás Francisco Álvarez Cascos ó mi querido Vicente Martínez Pujalte, que se ha afeitado el bigote para no recordarme a Martinez "El Facha", el popular personaje de cómic de la revista El Jueves, le interpeló por su larga ausencia en el hemiciclo de la siguiente manera:

"¿Cómo puede ser que todo un vicepresidente del Gobierno de la Nación esté más de un mes sin venir al Congreso de los Diputados para afrontar en el parlamento las sesiones de control al ejecutivo?"

A lo que Narcís Serra le contestó, atento Mr Warhol, :

"Por poder claro que puede ser, la prueba es que ha sucedido"

Nada más terminar la frase se oyeron muchas voces, algunas protestas y varias carcajadas limpias. Sin duda, la magistral e irreverente contestación del vicepresidente no dejó a nadie indiferente.