viernes, 20 de agosto de 2010

HOY ES LA ULTIMA VEZ





Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos despedido de alguien querido para no volverle a ver más.

Puede tratarse de un familiar, de tu padre ó tu madre incluso. Aquel amigo que se fue a vivir a otra ciudad y prometimos ir a verle...pero no lo hicimos. Compañeros de colegio, de instituto, de facultad...

Una de las más dolorosas tiene que ver con aquella chica de la que estábamos profundamente enamorados y que un triste día nos dimos cuenta de que sólo con amor no estaríamos para siempre juntos.

No cabe duda que una de las cosas que me resulta más difícil en esta vida son las despedidas. He hecho pocas de manera activa, pero las que he transitado me han resultado bastante dolorosas, aunque sanadoras, como aquella fiebre tan alta que pasamos en algún momento de nuestra infancia y que nos ayudó a ser más fuertes y un poco más maduros.

En muchas ocasiones me acuerdo de personas que conocí en distintas etapas de mi vida. Las recuerdo con nostalgia, quizás un poco idealizadas. Casi siempre con cariño y rememorando anécdotas divertidas ó momentos trascendentes. Instantes capturados en mi memoria con los que me recreo cuando la tristeza asalta mi estado de ánimo. El pasado adquiere, en esos momentos, tintes de gloria en el baúl de mis recuerdos.

Hoy me he despedido del que ha sido mi jefe unas cuantas semanas. En los tiempos que corren no es fácil encontrar un jefe afable y buen director de un equipo de trabajo. Alguien que potencie tus cualidades y te ayude a superar las dificultades, que anteponga el objetivo del colectivo y su bienestar global, que al fin y al cabo es el de todos por extensión, a sus intereses personales. Juan, con más de 30 años en la profesión, es esta clase de persona, con una cualidad adicional: la de ser un tipo extremadamente divertido y desenfadado aparte de serio y profesional.

Julieta Venegas es una cantante mejicana que conocí hace unos cuatro años. Enseguida me cautivó su música melancólica, puramente latina y pasional. Sus boleros con base instrumental rock enseguida me resultaron interesantes y musicalmente aptos. Temas basados en las relaciones de pareja, el transitar por el camino de la vida ó los trastornos y emociones radiantes que encontramos en una pasión tan intensa como es el amor, enseguida cautivaron mi interés.

Fui a verla a La Riviera a finales de Septiembre del 2006 y no me defraudó. Vi a una Julieta sensual, divertida, con un encanto especial y acompañada de una banda bastante rockera y artesana. Muchas de sus canciones adquirieron un tinte pop-rock y subieron algunos peldaños en intensidad y emoción.

Una bonita experiencia en una noche aún veraniega y plácida, en la que los espectadores estuvimos en total comunión con Julieta y sus músicos. Una comunión mejicana.

Os dejo la canción con la que Julieta Venegas intenta la siempre dura y difícil despedida de alguien querido.

A mi amor platónico, a mi Julieta.





5 comentarios:

  1. El camino de la vida es un camino para compartir, se comparten momentos, días, meses y años. Lo importante es aprender en este camino, enriquecerse de los compañeros que comparten este camino con nosotros. Pero lo más duro es cuando el camino se acaba para alguien con el que compartimos muchos años, familiares o seres queridos que lo abandonan para nunca volver. Pero el camino sigue ahí y hay que seguir caminando, la vida es movimiento y unas personas salen de nuestras vidas y otras entran. La vida es para compartir y la nostalgia debe transformares en recuerdos, recuerdos que se convierten en álbumes que abrimos de vez en cuando para recordar a todos aquellos que nos ha hecho forjarnos como las personas que ahora somos.

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  2. Bella reflexión. Gracias por compartirla.

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  3. Cristina Segura Ramírez22 de agosto de 2010, 11:35

    Una vez, en un trabajo con Graciela Cohen, entendí que las despedidas son necesarias para que las cosas nuevas puedan llegar, a pesar de lo que cuestan. Y aprendí a decir : "Gracias, adiós".
    Uno se queda más ligero para seguir el camino...

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  4. Yo también creo que es muy importante saber decir adios sin sentirlo como algo necesariamente malo. Hay despedidas que nos aterran, para las que no nos sentimos preparados, no estamos dispuestos a soltar. Esas despedidas pueden ser muy dolorosas.

    Pero hay otras, que a mí me parecen bastante sanas, que tienen que ver con etapas de la vida que ya hemos cubierto, que ocurren en momentos en los que ya toca hacer otra cosa.

    También creo que hay despedidas que no tienen por qué serlo. Siempre puedes coger el coche e ir a ver a ese amigo al que se lo prometiste.

    Cris, me ha gustado mucho lo de Graciela Cohen.

    Un abrazo, Andy.

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