Hay algunas cosas en la vida, que por mucho que nos duela, sólo suceden en nuestros sueños. Bueno, tampoco tengo que ser tan exagerado. A veces la confluencia de determinados astros, buenos rivales en la fase final de la Copa del Mundo de Fútbol ó quizás aquella chica que merece realmente la pena en la vida- la famosa única chica que realmente nos quería de Los Planetas- se cruza en nuestro camino por este mundo.
Por ejemplo, es difícil que nos puedan amargar una noche de sábado. Con el paso de los años, El Maestro y Yo hemos adquirido una serie de hábitos que nos suelen proteger de la gente indeseable que se pasea por la noche y nos hacen más fácil deleitarnos con los placeres de la música y la buena cerveza. Eso no quiere decir que no tengamos encontronazos físicos y psicológicos, que no haya gente que intenta descargar su frustración, agresividad ó simplemente enfrentar su vacío personal con la primera persona receptiva que pasa por delante de ellos. Y es que nosotros somos muy receptivos. ¡Muy buena gente que coño!
También tenemos nuestras miserias personales, pero consideramos un mal ejercicio personal depurarlas con la gente que convive con nosotros en los bares ó calles que transitamos durante la noche madrileña. Uno de estos bares es el Moloko. Ya os hablé de él en mi divertida entrada de " La Buena, La Fea y La Mala". Se trata de un bar excepcional lleno de atmósfera pop-rock, tan bien representada en sus carteles de grupos ingleses y americanos de la década de los setenta en adelante, en sus entradas míticas de conciertos a lo largo de todo el mundo y en sus divertidos muñecos de bandas de Rock y personajes de dibujos animados ó series de animación. Cuándo entras en el Moloko es una sensación parecida a zambullirse en una piscina, la misma frescura y oleada de sensaciones te inundan en ese momento.
En definitiva, un buen sitio en el que desconectar, participar de la liturgia de la música anglosajona y poder tomar unas Paulaner frescas contemplando toda la historia musical gráfica de sus paredes. La gente que acude a Moloko tendría que ser muy buena aficionada a la música, con una mente abierta y enfocada a las nuevas tendencias. Susceptible de querer sentirse libre y dichosa unas cuantas horas durante el fin de semana. Lástima que no siempre se cumplan estos postulados en el aforo reinante. No sólo es una cuestión de que se cuele gente que está descolocada ó fuera de onda,- en La Buena, La Fea y La Mala había unos pijos rematados por Ralph y Tommy en sus vestimentas- a veces las apariencias engañan y hay personas conservadoras que se esconden en la parafernalia adecuada, tanto de vestuario como de gustos musicales. Sería algo parecido a las técnicas de camuflaje que utilizan los depredadores de la sabana africana.
Afortunadamente no estamos en Kenia ó Zimbawe ni nosotros somos tiernos antílopes. A muchas de ellas se les ve venir en determinadas actitudes ó comportamientos. Otras, porque una vez más las protagonistas son chicas, se delatan ellas solitas. Tampoco excluyo a determinados tipos modernos con mirada de policías de Franco, aunque me centraré de nuevo en mis queridas chicas madrileñas.
En concreto, ayer fueron cuatro. Dos grupos de dos amigas que una vez más nos hicieron recordar aquella fantástica canción de Weezer, del Blue Album, No One Else. La canción habla sobre la novia de alguien que se encuentra profundamente decepcionado con su actitud. Una reflexión en alto sobre porque nos enamoramos ó simplemente decidimos estar con una chica por motivos de conveniencia, porque nos gusta follar con ella y nos olvidamos del vacío que nos provoca tener una relación, la falta de libertad que tenemos en el día a día con esta chica.
"My girl got a big mouth", empieza la canción- algo así como que: " Mi chica es una bocazas". Continua diciendo: " She laughs at most everything wether it's funny or not"- efectivamente está bastante decepcionado con la actitud de la baby en cuestión- la tía se rie de todo, sea divertido ó no-. El protagonista tiene un atisbo de lucidez y de valentía, porque no decirlo: " And if you see her, tell her, it's over now"- es decir, no va a perder el tiempo en decirle que lo suyo se ha acabado, jaja.
La eclosión llega durante el estribillo, toda una declaración de intenciones:" i want a girl who will laugh for no one else,...when i'm away she never leaves the house"- basicamente quiere una chica que no sea una persona cruel como muchas pájaras nocturnas de la noche madrileña y que se esté quietecita cuándo él no esté, porque algunas destatan La Caja de Pandora. Acordaros de "La Mala" de mi entrada del Blog, que ponía de pretexto a su novio que estaba durmiendo para hacerse la interesante e interesarse a su vez por nuestra abstinencia sexual.
Esta detallada explicación de No One Else de Weezer, me sirve para intentar justificar el encabronamiento y la sorpresa que da ver a dos chicas que acceden a hacerse una foto con uno de nosotros para más tarde irse a la otra esquina del bar. Toleramos la frustación, aceptamos los hechos y comprendemos la palabra No, pero nos sigue desconcertando comportamientos tan ilógicos como el de acceder a una petición de foto y luego no querer saber nada de los fotógrafos. No somos molestos, creerme, sabemos disfrutar con lo nuestro. También nos resulta extraño y un poco pesado tener que ser interrumpidos por una chica que se dedica a repartir las revistas que promociona el local sin trabajar en él y por su compañera que decide olisquear nuestra ropa en busca de algún olor perdido, aquel que suscita su más estrafalaria obsesión. Hasta ahí raro aunque legítimo. Lo que nos tocó los cojones es la pregunta sobre que marca de suavizante utilizamos y no aceptar que no la conocemos y cuestionar con sarcasmo el por qué. ¿Tanto cuesta aceptar que en la vida hay cosas más interesantes, mientras no constituya una necesidad, que lavar la ropa?
Una vez más nos encontramos sometidos a la estrechez de los estereotipos: un joven treintañero ha de ser pro activo hasta para lavar la ropa, si no que viva con su pareja y compartan las tareas. No cabe en mente estrecha y conservadora que nosotros no optamos por ninguna de las dos vías. Vivimos con nuestra familia y, mientras no se nos pida colaboración en este aspecto, no nos repartimos las tareas como tan sarcasticamente nos sugirió "la muerte del loro" en forma de casi cuarentañera trasnochada. Por el contrario, colaboramos con nuestra familia de forma más anónima y menos presumible de cara a la galería.
Una vez más nos fuimos a casa contentos de haber pasado una buena noche reforzando nuestra amistad, aunque a veces sea por contraposición de algunas chicas vacías y superficiales con las que nos encontramos.
Por cierto, salvo al dueño del Moloko y toda su fantástica gente, chicas incluidas. Una vez más accedieron a mi petición de música y sonó "The Good Life" de Weezer. Además nos invitaron a un chupito de Johnny Walker etiqueta negra.
A veces aparecen ángeles en el infierno de las chicas madrileñas.
En la noche madrileña uno se encuentra de todo. Se podría encontrar una explicación para la actitud de esas chicas; en realidad se pueden encontrar varias explicaciones posibles.
ResponderEliminarSupongo que lo peor que se puede hacer en estos casos es tomárselo demasiado en serio. Un amigo siempre me dice que si puedes escribir sobre ello, entonces ya le has encontrado el lado positivo.
Por cierto, no conocía Weezer, muy buenos.
Gracias por el comentario. En el fondo agradezco estos encuentros con las chicas de madrid.Permiten que pueda escribir entradas como esta. Sin duda, son un filón de inspiración.
ResponderEliminarWEEZER SON LA OSTIA.
En relación a algo que decías en la entrada. Un amigo mío acostumbraba a decir a su vez "la gente vulgar se hace la extravagante, y los tipos singulares tratando de parecer normales..."
ResponderEliminarMicky
¡Qué gran verdad Micky!
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