sábado, 10 de septiembre de 2011

20 AÑOS NO SON NADA, SMELLS LIKE A TEEN SPIRIT








Ayer por la noche, aún con el verano alegrándonos las veladas, en un fresco y solitario parque de la zona de La Coma, comentaba con El Maestro que hacía 20 años que se estrenó el primer single de Nirvana, Smells like a Teen Spirit.

Un 9 de septiembre de 1991, llegaba a las tiendas de Estados Unidos, la canción que poco más tarde se convertiría en un himno generacional y el símbolo de toda una generación de jóvenes norteamericanos y posteriormente europeos hastiados por el sistema político y la sociedad norteamericana de la época.

Una sociedad que a pesar de su preparación, sus inquietudes y su conciencia social, les daba permanentemente de lado. Estados Unidos era un  país sumergido bajo las pompas solemnes del incipiente neoliberalismo que ha desembocado casi veinte años más tarde en la segunda crisis económica y social  más grande de la historia. No sólo triunfaron Reagan y sus vanidosos asesores económicos, George Bush padre y el inicio de la madre de todas las batallas por el petróleo para defender a Kuwait, también asistimos al ocaso de una forma entender la musica demasiado convencional, efectista y edulcorada, el pop-rock de videoclips de los ochenta.
Algo que los incipientes grupos americanos de principios de los años 90 se encargaron de desarticular. El llamado sonido Seattle, ente otros, causó sensación en los jóvenes de todo el mundo, consiguió seducir a la industria musical de la época y, lo que es más importante, a la crítica especializada.
Kurt Donald Cobain, un joven problématico y conflictivo, procedente de una familia de clase media-baja desestructurada residente en Abeerden, una pequeña población cercana a Seattle en el estado de Whasington, fue uno de los encargados de obrar el cambio. Con él como timonel, se gestó uno de los mayores giros de la historia de la música. Jovenes músicos con muchas cosas por decir, con la intención de expresar toda la frustración y rabia que llevaban dentro contra un sistema que les exigía en la misma medida que acababa dándoles de lado.
Dotados de una letras profundas, reflexivas, terriblemente ácidas y contestarias, pero nacidas de lo más recóndito del alma, en muchas ocasiones almas heridas y descarriadas por la cruda realidad, los grupos de Seattle, con Nirvana y Pearl Jam como máximos exponentes, supieron encontrar la base instrumental adecuada para dar el más alto vuelo a sus composiciones. Volvían las guitarras dominadas por los riffs de mediados de los setenta, la distorsión llena de sentido y las baterías impactantes marcando el ritmo y perfectamente acopladas a los sinuosos y elegantes bajos.

Smells Like a Teen Spirit, me hizo amar una forma de entender la música. Llena de personalidad, sin ninguna intención más que la de expresar con toda crudeza lo jodida que puede ser la vida cuando uno no ve el final del tunel en el que le acaban metiendo las expectativas de todos los que le rodean.

Y como eran auténticos conquistaron a todos los aficionados, a los críticos y a los productores. Sin necesidad de hacer concesiones ni promociones publicitarias de cara a la galería. Solamente con canciones que eran pedazos de angustia vital y talento creativo.
El 9 de Septiembre de 1991 yo tenía 14 años. Aún no había empezado el instituto, pero ya habían pasado algunas cosas en mi vida que alojaron semillas de desesperanza en mi interior. El caldo de cultivo ideal para acoger a Nirvana y una canción como Smells Like a Teen Spirit.
No es casualidad que Never Mind, el album donde está incrustada, vendiera más de 10 millones de copias en todo el mundo. Y es que cuando estás perdido, desorientado, sin un horizonte al que llegar y envuelto en un mar de dudas, necesitas refugiarte en algo en lo que creer, que te llene de energía y con lo que olvidarte de lo mal que te sientes y la mierda con la que ves el mundo. Esa energía era Nirvana y esta maravillosa canción.

Ayer volvía a casa después de una velada veraniega corta, aunque reflexiva y esclarecedora, cuando me tope una vez más con mi insituto en lo alto de una mini colina. Vi a unos chicos veinteañeros descendiendo por las escaleras que dan a Melchor Fernández Almagro, la calle por donde iba andando yo, y no pude evitar retrotraerme en el tiempo. Hace ya muchos años que yo no bajo esas escaleras, pero a mi no me parecían tantos, podía recordar perfectamente noches de botellón con los amigos en el parque de enfrente de "El Jolgorio Marañón" que acababan bajando todos estas escaleras para continuar la diversión en el M3 o en otros bares de la zona.
Un escalofrío recorrió en ese momento todo mi cuerpo al sentir que ya habían pasado más de 10 y más de 15 años de algunas de esas noches. Es evidente que mi cuerpo no es el mismo de entonces, pero mi espíritu no ha cambiado tanto. Aún me reclama noches de libertad, desenfreno y comunión colectiva con El Maestro y otros amigos que aún me acompañan por los bares de Madrid.

" Es mejor reventar que consumirse lentamente"- Frase que dejó Kurt Cobain en su nota de suicidió cuando fue encontrado muerto el 8 de Abril de 1994 en su casa de Abeerden, Seattle, pertenece a una canción de Neil Young, uno de los inspiradores de muchos de los grupos del Grunge.

" Prefiero que me odien por lo que soy a que me amen por lo que no soy"- Kurt Cobain.