domingo, 28 de febrero de 2010

LA UNICA CHICA QUE ME QUERÍA

Todo el mundo, al menos una vez en nuestra vida, hemos tenido una chica/o que nos ha querido de verdad.

Este sentimiento tan bonito e infrecuente te da una sensación increible: se te llena todo el pecho de energía y  las luces de las farolas brillan de manera diferente por las noches.

Por eso es tan especial esta canción de Los Planetas.

BARES QUE LUGARES















¡Por fin ha salido el sol!







Aunque soy ave nocturna, tengo que reconocer que estaba esperando como agua de mayo, uy no agua no por favor,jaja, que saliese de una puñetera vez nuestro querido astro, el Sol.


Ayer, un sábado más, salí con el maestro a disfrutar de la noche madrileña. De la tormenta perfecta no hubo noticias...lo más aproximado a ella fue escuchar como le quedaba de bien la barba a George Clooney en la recreación hollywooddiense de una famosa tormenta que hubo en Estados Unidos.
Por cierto perdedores, el comentario fue de una de las dos chicas a las que invitamos a compartir nuestras andanzas por nuestro querido barrio. Lo mejor y más sorprendente de todo, tengo que admitirlo, es que aceptaron gustosas nuestro cortes ofrecimiento.

Así que no todas las chicas de Madrid tienen comentarios como:" perdona, me lo estoy pasando muy bien, pero es que hoy no he salido para hablar contigo". Hay luz al final del túnel.

Lo que me sigue sorprendiendo, aparte de nuestro buen gusto para seguir escuchando Weezer y Los Planetas en el car audio del coche de el maestro, es observar algunas actitudes conservadoras de nuestras queridas chicas madrileñas.

Estábamos en el The Jar, uno de nuestros refugios habituales. Un reducto de buen ambiente, trato cordial dispensado por los camareros y almacén de buena cerveza.

Habíamos quedado con las Paulas. Unas chicas rubias encantadoras. De origen alemán, suelen esperarnos puntuales en nuestro querido pub irlandés. Siempre a tono, en el punto idóneo, no hay nada que les haga más felices que notar el contacto de nuestras manos, algo de calor humano que les haga entrar en calor.

Lástima que no tengan conversación, de todas formas, se agradece porque una conversación inteligente, respetuosa y pausada escasea más que un contrato indefinido de trabajo. Pero el resto lo tienen. Ahora entiendo por qué Barnie, el personaje de los Simpson, se ha entregado a sus hermanas, las famosas cervezas Duff, con pasión y devoción.
Todo momento de calma, de felicidad y placidez tiene su contrapunto. Hasta entonces, lo único que nos había perturbado fue un extraño calor que asomaba en la esquina del bar donde estábamos situados. Quizás fue la máquina de dardos...yo que sé.

De lo que sí me enteré fue de la irrupción de una pareja. Él nos pidió amablemente un sitio en la repisa del borde donde estábamos situados.

- Perdona, ¿podemos poner los vasos aquí?-
- Sí-asentimos con la cabeza, un poco de cordialidad en la noche siempre es bienvenida.

Lo siguiente que escuché fue un golpe seco contundente de vidrio contra madera. Una pinta de cerveza malta había aterrizado como una sonda espacial en Marte. Levanté la cabeza para ver al sujeto de tan bruto y burdo gesto y ahí estaba ella.

Gorda, con un tinte de pelo rojo cobrizo, el pelo corto a la altura del mentón y un flequillo largo y frontal. Una especie de vestido largo, todo negro, con aire gótico para un cuerpo de matrona. Perdonad la expresión, no me gusta definir a nadie por su constitución física, pero tampoco me agrada que perturben un rato agradable.

Lo siguiente solo hizo más que confirmar mi intolerancia descriptiva. Su intolerancia y agresividad.

- ¡Vaya mierda de sitio!- sus ojos incendiados, inyectados en sangre. Sus labios salidos hacía adelante, lo que se dice vulgarmente sacando morro. Su pareja intenta aplacarla sacando un cigarro y dándole uno a ella. Supongo que pensaría: "a ver si la nicotina puede con ella"

-¡Encima vaya puta mierda de cerveza!- volvió a coger el vaso con cara de mala ostia y lo miro de manera despreciativa entornando los ojos.


Durante unos minutos no pude concentrarme en la conversación que mantenía con el maestro. Lo único que me apetecía era ir moviendo nuestros vasos para dejarles menos espacio. Para sentirme un poco menos perturbado. Lo más fácil y sano hubiese sido desconectar.

Pasar de ellos. Centrarme en lo bueno que estás compartiendo, pero cada uno tenemos nuestras neurosis y a mí me perturba la gente agresiva e invasiva. Porque saca la parte agresiva que hay en mí.

¿Por qué algunas chicas, no todas vuelvo a repetir, lo peor que hay a la hora de argumentar es caer en la generalización, que se empeñan en ver lo malo que hay de cada situación?.

El maestro me aportó un razonamiento interesante. Cada uno tenemos atracción, debilidad, fijación por aquello que no poseemos. A nosotros los chicos por ejemplo, nos atraen los pechos de las mujeres: mirarlos, tocarlos, en escote, insinuados, traslúcidos, desnudos...no me extiendo más,jaja.

A este tipo de chicas, en cambio puede que les atraigan los famosos pendientes reales. Lástima que no sea de manera literal sino figurada. A esta chica le apetecía tocarle las pelotas a su novio.
Supongo que algo pasó antes que no le gustó, posiblemente bastante antes de lo que nos podamos figurar. Incluso su propio novio, ausente y entregado al consumo de su cerveza y su cigarro.

Me parece interesante este planteamiento. Mi opinión es que tienen una sería dificultad para estar a lo que toca. Sus pensamientos, intenciones, su propio sistema hormonal si me apuras les hace tener el don de la multiactividad( no se si existe el bonito palabro). Esto ya tan clásico de que saben hacer varias cosas a la vez.

Bueno, pues la doña en cuestión estaba cabreada, quién sabe porque, pero seguramente también estaba preocupada( ¿la lavadora?,perdón por la preocupación con connotación machista, ¿la reunión?). Alguna expectativa, un objetivo todavía insatisfecho. Alguien o algo no salvado o finalmente conservado. En definitiva, estaba aburrida y de mala ostia.


Afortunádamente, conozco chicas que no son así( mi amiga Mary Flowers). Hay muchas más de las que nos creemos o de las que he tenido la oportunidad de conocer. De todas maneras, no soy monje del Monasterio del Yuste como ayer le comenté al maestro. El espectro de mi muestra no es tan reducido.


Ayer conocimos dos chicas que nos demostraron que pueden salir un sábado noche a divertirse y pasarlo bien, o simplemente a sentirse bien y no hacer sentir mal a otras personas con las que se encuentran en su salida nocturna.

También sé que las maneras de sentir y de pasarlo bien de hombres y mujeres son distintas. He aquí la única justificación que daré en mi relato.

Gracias a Dios LOS JINETES DE LA TORMENTA, LOS INMORTALES siempre, o casi siempre, se lo pasan bien.

¡Hasta pronto perdedores!







viernes, 26 de febrero de 2010

I'M A LOSER BABY



Y la criatura finalmente nació. El parto no ha sido doloroso, aunque, como era de esperar, largo y dilatorio... y no me refiero a la dilatación vaginal.


I'm a loser baby, so why don't you kill me no es sólo el estribillo de una magnífica canción de Beck. Es una declaración de principios. Como dice mi buen amigo Mig, a veces tenemos cosas menos importantes que hacer que hablar con determinadas, no todas Dios me libre, chicas... la mayoría de Madrid.

A veces es más fácil y placentero sentirse "un perdedor". Y no me refiero a un equipo de fútbol, ni siquiera a aquellos que eligieron como ídolo de juventud a Mario Conde a finales de los 80, sino tíos con integridad y algo de autoestima. Gente que salimos por la noche y pretendemos divertirnos, disfrutar de la buena música y, por qué no, hablar y lo que surja con chicas. Ellas dirían: "estupido mujeres". Sería el primer paso para el distanciamiento. Tomarse demasiado en serio asimismas.

El siguiente decir que son "unas señoras" y que tú eres "un niñato". Todas las chicas que han elegido el cuerpo de barrilete de Paquirrín como objeto de culto gustan de denominarse así en los programas de prime time de los fines de semana de nuestra querida televisión.

Lo peor es que la tele sigue teniendo efecto de imitación en la población. Se creaba escuela en los años 70, cuando la tele era de una calidad aceptable y se crea escuela de esta tele de chismorreo y trepas a toda costa.

Creo que me estoy yendo un poco por las ramas. Desde este humilde blog intentaré hacer apología de los perdedores, y si pueden ser románticos mejor. ¿O acaso no era un perdedor Dustin Hoffman en El Graduado?, ¿Daniel Larusso en Kárate Kid?.

E.T. también era un perdedor, de hecho, siempre estaba deseando irse a su casa y no era nadie sin su teléfono. Acabó siendo un perdedor en la ceremonia de los óscar del año 82( si me falla la memoria corregirme) en favor de Ghandi y el maravilloso Ben Kingsley. Pero ahora es eterno.

Ser un perdedor puede ser para algunos una putada( neoliberales, banqueros de Lehman Brothers, Real Madrid, las chicas que entran al Pachá diciendo: " hoy vamos de sobradas",etc.), en cambio para otros es una razón de ser, tranquilos que no estaba pensando en el glorioso aleti.

Intentaré demostrar en este blog pequeños pensamientos, sentimientos, experiencias y vivencias que confirman que la vida, a pesar de las corrientes ortodoxas predominantes en la psicología y en la visión anglosajona de la vida, no se debate entre ganar o perder. Dejemos esta refriega para los deportes qué es más divertido. Eso si, siempre que se gana que sea con estilo, por que ganar por ganar...

Nada mejor para ilustrarnos que la figura de mi querido Nota, el maravilloso personaje interpretado de forma magnífica por Jeff Bridges en la película de los hermanos Cohen: El Gran Lebowski.

Al Nota, antiguo universitario fugaz, no se le conoce oficio ni beneficio. Su vida transcurre de manera idílica entre partidas de bolos en algún lugar del estado de California. Su fijación nihilista le hace rechazar cualquier premisa o mensaje grandilocuente cuyo objetivo sea el cumplimiento de una expectativa dirigida desde el exterior.

Jeffrey permanece inalterado frente a todo lo que le rodea. Entregado al deleite de los placeres físico-psiquicos como los baños de incienso y velas, el consumo de marihuana, los White Russian y el cuidado de su ya famosa alfombra, ultrajada en el film. Una especie de metáfora de su espacio vital: " no era la alfombra Walter, era el ambiente que le daba al salón tío".

La película finaliza con una moraleja: El Nota decide que se lo va a "tomar con calma".

He aquí un perdedor, por cierto, idolatrado y objeto de culto por muchos aficionados al cine de verdad.

¡Hasta pronto perdedores!